viernes, agosto 11

Retratos de Albert

Los vecinos están ya satisfechos, al ver que de verdad Albert se ha ido. Pero yo estoy fatal. Ya no tengo con quien hablar, con quien compartir los sucesos del día, quien me consuele por la muerte reciente de Stear. Creo que en todo este tiempo, es más lo que hizo Albert por mí que yo por él.

Por lo menos el Dr. Martin reconoce que Albert era una persona buena y comprende mi tristeza. Quise hacer un cartel con el rostro de Albert, a ver si alguien lo reconoce y sabe darme alguna señal, pero no soy buena dibujante. En cambio el Dr. Martin logró retratarlo a memoria con excelentes resultados. ¿Si pusiera carteles por todo Chicago, serviría de algo? El Dr. Martin está dispuesto a ayudarme, aunque es imposible que produzca más de dos o tres retratos al día, y no deseo abusar de su amabilidad.

jueves, agosto 10

Soledad

Ahora que Albert no está, caigo en la cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a su presencia. Es horrible llegar a casa y que no haya nadie esperándome. Nunca antes había vivido sola. El frío del invierno me pone más triste. Fue en el invierno del año pasado cuando Terry y yo terminamos. Y ahora, en cuanto llegó el invierno, Albert se fue. A veces en la calle me parece haberlo visto, pero siempre se trata de otra persona. Los abrigos los hacen ver a todos iguales. Comienzo a odiar el invierno.

Debí darme cuenta de que esto sucedería. Albert ya no era el de siempre. Seguía siendo una persona alegre, pero ahora estaba muy lejano a mí, siempre ocupado y misterioso. ¿Dónde estará ahora? Quisiera verlo y pedirle que regresara conmigo, que me explicara qué estuvo haciendo todo este tiempo. Me rehuso a creer que fuera algo malo. Albert es incapaz de una mala acción. Siempre ha sido una persona justa, amable y sobretodo, comprensiva. Desde que yo era niña ha sido así: cuando algo me hacía sufrir, cuando todo parecía inútil, él aparecía y me daba consuelo y esperanzas. Pero ahora no estoy segura de volverlo a ver, y tengo mucho miedo.