miércoles, febrero 14

Albert y Mae

Esta tarde vino Albert a verme sin avisar. ¡Qué contenta me puse al ver su sonriente rostro saludándome desde el coche! Al mismo tiempo me puse muy nerviosa, pues si bien todos estos días he estado pensando en lo que debo decirle y cómo decírselo, no estaba yo lista para verlo tan pronto. La Señorita Pony, por supuesto, no dejaba de mirarnos de manera extraña.

Albert apenas tuvo tiempo de sentarse a tomar té conmigo, pues ya era tarde. Me contó que acaba de recibir una carta de su amiga Mae, la enfermera que conoció en África. Yo aún conservo las cartas en las que Albert la menciona. Según él, Mae era tan alegre y divertida como yo. Me gustaba pensar que yo también podía ser enfermera, viajar a sitios lejanos y ayudar a las personas. Debo estar agradecida por haber podido realizar mi sueño. Si bien no trabajo en un hospital, mis niños del Hogar de Pony están sanos y felices gracias a mis cuidados.

Parece ser que Mae pronto vendrá a Chicago y Albert desea saber si me interesaría conocerla. Le contesté que sí. Le estuve haciendo preguntas sobre ella, pero no me dijo mucho. Hubo una pregunta cuya respuesta me molestó en particular: Le pregunté si Mae había tenido novio cuando estaba en África y él me respondió que sí.

- ¿Lo conociste personalmente? Quise saber yo.
- Sí, bueno, no mucho. Esa relación duró muy poco.- contestó Albert, nervioso.

No soy tonta. Pude darme cuenta de que Albert en algún momento estuvo interesado en Mae. Quizá incluso fue su novio. Sentí celos. ¿Celos? Si yo soy una cobarde que no se atreve a decirle a Albert lo que siente. Él me dijo claramente que se había enamorado de mí y yo, estúpidamente, sólo le ofrecí mi amistad. Esperaba que en nuestro siguiente encuentro me animara a hablar claro con él, pero la sombra de Mae me hizo enmudecer.

- Candy, hasta que Mae no me responda, no sé cuando podrás conocerla. Pero mientras tanto, ¿te gustaría dar un paseo por Chicago este fin de semana?

Dije que sí sin pensar, y de inmediato me arrepentí al ver la mirada de reproche de la Srita Pony.

- Hecho, vendré a recogerte el Sábado por la mañana.

Se despidió de mí desde la puerta:

- Adiós Candy, nos veremos pronto.

Se veía contento. Yo, en cambio, estoy cada vez más triste.

No hay comentarios.: