viernes, febrero 9

Una inmensa estupidez de mi parte

Me siento terriblemente mal. Tuve un día pésimo.
Al rato de despertarme, sentí el inconfundible sonido
de un auto llegando al hogar y voces familiares. ¡Mi
corazón dio un brinco! ¡Archie! ¡Annie! ¿y... Albert? Pero
no, Albert no vino. Hoy tampoco vino. El corazón se me
fue al piso. No me importa si tiene mucho trabajo
pendiente en Chicago... ¿no puede tomarse aunque sea
UN día libre para venir a verme?
Sea que me vea como amiga, como algo más o sólo como
su pupila, no tiene sentido lo que está haciendo.

Estaba tan decepcionada que ni quise preguntar por él,
pero igual Archie debe haber notado mi frustración,
porque enseguida comentó que Albert estaba muy ocupado
y que apenas lo ven últimamente.

No disfruté realmente de la visita de los chicos.
Ellos fueron tan cariñosos como siempre, pero yo sólo
pensaba en gritarle "¡cobarde!" a Albert.

De tanta frustración contenida, decidí enviarle un
mensaje con Archie. No le envié ninguna de las cartas
que habia empezado, sino una breve misiva que escribí
justo antes de que los chicos partieran y antes de que
yo pensara demasiado en lo que escribía.

No recuerdo exactamente que escribí, pero sé que le
dije que me sentía muy decepcionada por su ausencia,
por la ambiguedad de su carta, por sentirlo
irreconocible.

Todo este asunto de su beso y de su confuso
comportamiento me ha hecho perder el sueño y la paz,
paso de sentirme en el cielo a sentirme en el infierno
en minutos... ¡¡¡y el ni siquiera me aclara nada!!! En un
arranque de coraje, me pareció justo pagarle con la
misma moneda... enviándole una carta tan ambigua como
la suya que le hiciera caer en cuenta de lo tonto que
ha sido.

Pero al rato de que Archie y Annie se marcharan,
cuando los niños ya se fueron a acostar y yo me quedé
mirando las estrellas recostada en el tronco del Padre
árbol, me enojé conmigo misma.

Recordé aquella vez en que nos trepamos a un
árbol, cuando él decidio improvisar un picnic con el
único sandwich que llevaba, cuando nos
prometimos compartirlo todo, penas y alegrías...
Y entonces me sentí mezquina.

Si, Albert fue un tonto, no debio escribirme una carta
sino aclararme personalmente lo que ocurría. En su
carta sonaba confundido, inseguro, indeciso, ambiguo o
temeroso de mi reacción. Pero seria injusto decir que
con su carta quiso hacerme sentir mal. Mas bien lo
contrario: en una forma desesperantemente ambigua me
pidió disculpas por lo que se daba cuenta podía
haberme ofedido, a la vez que declaraba que me
quería.

Hasta dónde y en calidad de qué me quiere, aun no me
queda claro, pero me quiere, de alguna manera me
quiere. Y aunque de hecho lo esté haciendo, no es su
intención lastimarme.

Él no supo manejar las cosas, no, nada bien, pero sólo
ahora me pongo a pensar que quizás yo tampoco hubiera
estado feliz si él me hubiera venido a visitar "como
si nada", como si ese beso y abrazo nunca hubieran
ocurrido ... Y quizás también me hubiera enojado si él
hubiera sacado el tema a colación demasiado pronto,
¡aun en pleno shock, con toda esta enorme confusion en
mi cabeza!

O sea que hubiera hecho lo que hubiera hecho,
reconozco que es probable que me lo hubiera tomado un
poco a mal.

Él se comporto como niño miedoso, pero yo en cambio
¡¡como una bruja!!

Albert nunca me hirió a propósito, jamás jugó con mis
sentimientos, de hecho solo ha querido verme bien...
hasta en esta tonta carta que envió me queda claro que
él valora mi amistad por sobre todo.

Yo en cambio le escribí algo duro, cortante, que lo
hará sentirse mal por algo que obviamente *ya* lo ha
hecho sentirse mal, y encima se lo he recalcado
diciéndole que estoy decepcionada de él y he puesto en
duda que siga siendo mi querido amigo Albert de
siempre.

Fui brusca, cortante con alguien que esta actuando en
forma inmadura pero que siempre ha sido auténtico,
honesto, que siempre tuvo las mejores intenciones
conmigo.

Yo en cambio garabatee esas lineas movida por la
frustracion, le escribi con rencor por lo que me ha
hecho sentir, ¡aun si lo ha hecho sin querer!

En vez de aclarar las cosas he echado mas tinta al
agua.

En mi mensaje casi lo acusé, creo, de ya no ser el
amigo que siempre reconoci en el, pero yo misma no me
comporte como su vieja y fiel amiga en mi misiva.
Quisiera volver el tiempo atras y no haberle entregado
ese estupido papel a Archie.

¿Que pensará ahora Albert de mi? Ahora ÉL estara
decepcionado tambien de mí. Quizas más que yo de él.

Él a su manera abrió su corazon, se comportó como
un tonto pero no tuvo miedo de mostrarse vulnerable. Yo
en cambio le hablé como una bruja y no tuve el valor
de reconocer que yo no soy inmune a lo que pasó y que
también tengo sentimientos ambiguos... y miedo de
perderlo.

Ahora siento que yo tambien debo disculparme, ¡y cómo!
Pero, ¿qué hago? ¿Ir a Lakewood? ¿Qué le digo? ¿Qué decirle
si el me tendría que aclarar otras cosas primero? Pero,
¿cómo no decirle que lo siento, que estuve mal en
escribirle algo así?

Ay Candy, ¡eres tan tonta!!!!! Mas pienso en que él
se decepcione de mi y se aleje más de mí, más cuenta
me doy de que no quiero perderlo!!! y de que si quiero
que aclare las cosas, es porque en el fondo
quisiera escuchar de sus labios que realmente me ve
como mujer y no como su pequeña protegida y amiga.

Cuando pienso en la posibilidad de distanciarnos mas,
de quizas no sentir nunca mas sus abrazos... u otro
beso... siento un vacío enorme. Tan tan grande, o más,
quizás mucho más, que el que siento al recordar
aquella triste despedida en Nueva York.

Candy, ¡eres tan estupidaaaa!

Contribuido por Elena

lunes, febrero 5

Modelos de Cartas

Querido Albert:

No puedo creer que no hayas tenido las agallas los pantalones para venir en persona. Leí tu carta, y tras mucho meditar pensarlo un poco, creo que lo mejor es que no nos volvamos a ver sigamos como hasta ahora, como pupila y tutor dos buenos amigos.

Albert:


Empecé otra carta muy enojada contigo. Pero no creas que estoy enojada por lo ocurrido en la colina sigo enojada. Es que cuando esperaba verte no viniste. En cambio, mandaste esa carta, en la que dices que me quieres pero que no deseas que te corresponda. ¿Quién carambas te entiende? Si de verdad me quisieras no estarías tan resignado a ser sólo mi amigo.

Albert:

Por más que lo intento, no logro escribirte una carta sin enojarme. Y es que fue una gran decepción para mí el que no vinieras a verme y que me mandaras una simple carta. Si tenía ganas de verte, Albert, es porque yo también te quiero siento algo por ti necesito aclarar lo que nos pasa y sólo viéndote a los ojos podré saber si podremos ser amigos de nuevo, o quizás algo más.

Es inútil. Por más que quiero escribirle una carta a Albert no logro nada coherente.